miércoles, 29 de septiembre de 2010

Nadie recuerda

Ardo en un cuerpo herido, vencido
Tiemblo en una voz rota, auxilio
Huyo en la mente robada, perdido
Siento el alma desgarrada, orgullo

Caricia susurrante de visceral amargura
Palabras ensangrentadas de silabas tajantes
Miradas profundas de falsa esperanza
Fragante mentira pintada de promesas

Así eres, destino, así eres, futuro
No niegues lo que siente, no tiembles
Se firme en tu cruel misión, eres el final

Sangre reseca que mancha mis manos
Nadie recuerda cuando se ha vertido
Nadie recuerda a quien perteneció.

martes, 28 de septiembre de 2010

A través

La mañana esta fría, la noche lejana
El aire pesado y sordo envuelve mi alma
A través de los cristales veo huir las sombras
Mi cuerpo, contraluz de silencio y soledad

Tengo mis brazos caídos, a nadie abrazan
Tengo mi alma lejos, nada a mi la ata
Tengo ganas de sentir un beso en mi espalda
Tengo miedo a sentir tus caricias

La lluvia de una ducha despeja mi mente
Mi ropa caída a los pies de una cama vacía
Solo mi presencia acompaña este inicio de día

A mil kilómetros siento las olas del mar
A mil recuerdos tus caricias y besos
A mi lado el vacío y mi sombra. Silencio

lunes, 27 de septiembre de 2010

Cielo e infierno

Entre el cielo y el infirmo, he caminado
He trepado a montañas, he descendido a cuevas
Entre el cielo y el infierno, he vivido
He escuchado canciones de amor y odio

La canción de lo dioses era vieja y triste
La canción del demonio blasfema
La canción de los hombres llena de dudas
Tu canción de esperanza y deseo

Entre el cielo y el infierno, estas tú
Están las aves, las flores y el río
Esta la noche y la mañana

En el tiempo eterno de los dioses
Un instante fugaz, un destello somos
Quiero consumirme en el fuego de tu pasión.

lunes, 20 de septiembre de 2010

Araceli (capitulo I)

La infancia
Esta es la historia de una mujer muy especial en mi vida, no fue una heroína, era como muchas abuelas una mujer que supo sobrevivir, que dio sin esperar, que vivió, nadie le ha dedicado nunca una calle donde nació, pero en mi corazón y recuerdos tiene una ciudad. Muchos cosas son verdad, otras son una licencia literaria que me he tomado, lo único cierto es que era una luchadora. He decidido hacer varios capítulos, si no os gusta no seguiré escribiendo la historia.

La chica menuda, morena, de ojos profundos, la más pequeña de sus hermanos y hermanas, no por edad, por tamaño. Vestida con ropa gastada, pero limpia, siempre limpia impoluta, blanca como las paredes encaladas de su pueblo. Pueblo que hacia juego con ella, pueblo pequeño, de callejas desordenadas como el pelo negro del que hacia gala. Su tez broceada por el sol, el viento, por el juego en la calle, por el trabajo en los olivares.

Corría el siglo XIX, cuando en la llanura cordobesa despertaba a la vida, pero a que vida, nunca imaginaria que ella y toda su generación serian victima de casi un siglo de desastres, que viviría marcada por acontecimientos que ocurrían lejos mas lejos de la era del “colorín”, que en su cortijo rodeado de Olivos centenarios no habían decidido, pero que marcarían su vida.
Sus padres eran peones que gracias a su sudor, a los callos de sus manos, a su espalda encorvada, habían podido comprar una casa con un patio y una cuadra para los animales, cien olivos, una pequeña huerta. No lo compraron todo de golpe, lo hicieron a lo largo de toda su vida. Una vida de hogaza de pan, aceitunas, aceite, algún zorzal, alcaparras y remiendo sobre remiendo en ropas gastadas que una vez fueron nuevas.

La niña siempre alegre, siempre sonriendo, descalza porque las alpargatas se guardaban para el día del señor, así como la cinta para el pelo y el vestido heredado de la señorita. La hija del cacique de aquellas tierras a la que su madre le componía la ropa, le lavaba la colada. En resumidas cuentas la servía por algunos reales, algunos míseras limosnas como eran los zapatos viejos, los vestidos pasados de moda y ajados, los platos desportillados, Vamos el jornal de un andaluz hace dos siglos.

Araceli, que así se llamaba estaba en el patio que se formaba entre la humilde casa, la cuadra donde se guardaba La mula Centella(Araceli nunca entendió porque del nombre) y el borriquillo al que llamaban Pachón, en el extremo sur del patio estaba el brocal del pozo que su padre había terminado de cavar ese año y que desde entonces les facilitaba la vida a los componentes de aquella familia, ya no tenían que ir con las cantaras hasta el manantial que estaba a media legua de su casa. Pero a la vez había echo que el aislamiento y la soledad alejasen un poco mas aquel cortijo. Ella no era una niña solitaria, es mas, a lo largo de su vida nunca estuvo sola, ni tampoco fue una niña, siempre fue madre, tubo vocación. Hay seres humanos que nacen con la vocación de medico, de arquitecto, de religioso; ella de madre, por vocación y por el destino.

Ese año parecía que iba a ser buen año de campo, de vida, de comida. Un pequeño cochinillo compartía el patio amurallado de la vivienda, era el compañero de juego de Araceli, aunque ella sabia que era un juguete pasajero, pues el animal crecía cada día mas que ella, y en poco tiempo en vez de cómo juguete lo vería como comida para el invierno que vendría. También en el corral junto a la media docena de gallinas y el gallo pelao y malo que la picaba cuando entraba a coger los huevos, a limpiar el gallinero, a darles de comer, crecían dos pavitas. Todo crecía en su familia, su madre también crecía, estaba esperando otro hijo, un nuevo hermano del que tendría que asumir el roll de madre. Y con el que viniese serian 5 hermanos, ella era la tercera, delante estaban sus hermanos, Rafael y Antonio. Rafael era el doble de edad y de tamaño que ella, Antonio dos años mayor que ella, su pesadilla pero al que mas quería, la hacia de rabiar, pero era tan bonico, eran como un ruiseñor, siempre cantando. Cantaba cuando volvía del campo con su padre, y ese y el ruido de los cascos de Centella era el aviso de que los hombres llegaban, cantaba cuando tenía hambre, para acompasar el ruido de sus tripas (como hacia dos años que fue el año muy malo), cantaba si estaba cansado, si estaba triste, por no llorar, por no gritar. Su voz siempre era cantarina y melodiosa. Era la alegría del cortijo, la alegría de su madre, su alegría. Y luego estaba Francisco, hay Francisco, con la mitad de sus años, rubio como su abuela, con ojos azules como su madre, pequeño, aun mas pequeño que ella; a el no le quería, al el le adoraba, era su muñeco, su tata, su Paquillo, a el le había enseñado todo lo que ella sabia, le gustaba mirarle correr con el culillo al aire, con paso torpe, siempre sonriendo, gritando, siempre llamándola, preguntándola. Chacha ¿y las lagartijas porque pierden la cola? Chacha ¿Y los pájaros y las mariposas porque se mantienen arriba?

Araceli siempre le decía Paquillo, porque dios lo quiere, el perplejo le decía: ese señor si que es poderoso. Esa lengua de trapo de algodón, esa cara de querubín, esa piel blanca que recordaba a su madre la piel de su familia venida de Castilla cuando ella era como Araceli. Pero aquello que estaba tan lejano prefería olvidarlo, ella era Andaluza, se sentía así, es mas sus acento, sus formas, sus quereres, su hombre; todo era Andalucía pura.

El padre y señor del castillo (porque Araceli siempre pensaba en su cortijo como un castillo) Francisco Páez Martos, era un hombre moreno, de piel oscurecida por la vida en el campo, por el sudor y el polvo mezclado con la sangre, de estatura media, tal vez un poco mas alto, honrado, muy honrado, demasiado honrado (eso le decía su mujer. Un hombre enamorado hasta los tuétanos de su esposa, que quería a sus hijos (porque eran suyos) de una familia pobre como las ratas. Pero quien no lo era en aquella época. El menor de 9 hermanos, el consentido de sus padres porque le mandaron hasta los 7 años al colegio, lo que le permitió aprender las cuatro reglas y leer su nombre, y ha no tener que firmar con una cruz. Anclado en la tradición, de misa de Domingo; aunque no tuviese con que comer ese día, de recta disciplina forjada por una sociedad donde se sabia el puesto de cada uno.

Francisco, bueno todo el mundo lo conocía como Paquillo el de la Sabina(a su familia la llamaban la Sabina, muy bien no se sabe porque) quería a sus hijos a su modo, pero quería especialmente a su hija y al pequeño, y deseaba que lo que viniese fuese una niña, que fuese como su esposa. Paquillo nada mas llegar siempre les daba algo a los dos pequeños. Araceli esperaba siempre ansiosa en el atardecer multicolor de aquellas tierras oír las canciones de su hermano, acompasándose al cansino trotar del pollino. Y antes de que entrasen en la curva que daba al portón de su casa la voz ronca y autoritaria de su padre, mandándole callar. Ella siempre se sorprendía de la llegada o hacia que se sorprendía. Siempre corría a los brazos de su padre, y el sacándose de dentro del capote que cubría su espalda le daba: unos días unas moras, otros un nido de pajarillos con sus huevos, otros alguna flor tan bonica como su sonrisa. Ella era feliz con poco, él calmaba su amargura con poco.

El tenia en su corazón la negra culpa de no haber podido ir a la guerra como sus hermanos, de los cuales tres habían muerto en Filipinas, uno en Tetuán y dos mas estaban o eso le habían dicho en Cuba enterrados. Su padre decidió que ya no quería vestir más de luto, y no le dejo embarcar hacia Cuba. Solo le quedaban sus hermanas, y la vergüenza de no haber podido morir (absurda vergüenza, pero entonces era una cosa honrosa).

Para la niña cuando escuchaba a su padre y a su madre hablar de esto, no entendía porque su padre decía: “maldita se mi sombra, maldita sea mi vida”, y su madre le tomaba la mano y le decía Francisco (para ella siempre seria Francisco, no le gustaba lo de Paquillo), si hubieses ido no estarías conmigo, ni esta noche dormirías en mi lecho. Él agachaba la cabeza tomaba su mano, la llevaba a sus labios, la besaba, y salía al patio a liarse un cigarrillo.
Era una vida sencilla la de la familia, una vida cuasi monótona, una vida marcada por las cosechas, el cambio de estación, y la venida al mundo de sus nuevos integrantes. Todo estaba ordenado, todo tenía su sentido. Todo estaba donde tenía que estar.

Araceli veía pasar los días como si fuesen parpadeos, se desarrollaban rápidamente, acababan aun más rápidos, todo pasaba como en un sueño. Su hermana nació antes de la recogida de la aceituna, en la familia eso significo un buen presagio. Todos los niños vienen con un pan debajo del brazo; era cierto, la costumbre del señor latifundista era envía un cesto con pan, dulces y una toquilla.

Dulces, pensaba Araceli; y la boca se le hacia agua, aquellos pestiños con azúcar y miel, las rosquillas de aguardiente, las mantecadas de almendras, los roscos de vino. Los hornazos con un huevo en medio y con el bollo de sabor de anís. Que bonica era su hermana.
Cuantos sueños tenia con ella, a partir de entonces tendría compañera de juego, confidente, amiga, seria otra mujer más para ayudar en las labores del hogar. La vida corría desbocada como el perro como los pájaros veloces que cruzaban el cielo hacia la tierra de los moros. La vida era día y noche, invierno, verano, lluvia y sol. Una vida sencilla, una vida sin muchos cambios.

Así paso su infancia, dejando atrás los juegos que eran ya una nebulosa, así se fue convirtiendo en una mozica, los ojos profundos de niña descubrieron unos ojos oscuros de una bella mujer en ciernes, sus ropas, su cuerpo fue cambiando, dejando entrever la belleza heredada de su madre. La adolescencia la alcanzo sin que ella se diese cuenta, sin que sus padres pudiesen evitar que entrase en los muros altos que rodeaban el cortijo.

Sus hermanos se convirtieron en unos apuestos mozos, que eran el no vivir de varias muchachas de los alrededores. Pero eso es otra historia y puede que os la cuente otro día. Descubrió que ella también era el sin vivir de varios mozos que no le quitaban la mirada cuando todos los domingos cumplían con la piadosa obligación de ir a escuchar la misa. Su casa siguió creciendo, tanto de tierras, como de habitaciones, como de hermanos y hermanas. Ella se convirtió en una mujer, pero eso os lo contare en el próximo capitulo.

viernes, 17 de septiembre de 2010

Gota a gota

Un día más, un tiempo menos
Gorgoteo de segundos del reloj
Un día más, menos distancia
Discurrir vertiginoso de una ladera

Marcado estoy por tus uñas, destino
En mi piel tu rostro impasible se refleja
Cansado de intentar esquivar tus garras
Toma tu presa rendida, toma tu recompensa

Tiemblo ante tu llegada inminente
Ansío el contacto frío de tus decisiones
Soy el resultado de mis actos no pensados

Amante, verdugo, señor, dueña y madre
Veneno dulce, vida caprichosa
Tiemblo por el frío de tu huida, espérame.

jueves, 16 de septiembre de 2010

La casa vacía

Perdido, mis ideas son un laberinto
En mi cabeza todo esta mezclado
Mis realidades se confunden con mis sueños
Mil palabras para expresar una idea

Encerrado en un silencio, giro en un torbellino
Camino por un alambre tendido en el abismo
Salto al vacío sin paracaídas, sin temor
Miro mis manos y veo formas grotescas

Mis ideas empujan y pugnan por escapar
Mis sueños son murallas infranqueables
Mis dudas océanos desconocidos

He perdido la brújula de mi destino
Necesito agua para refrescar mis temores
Siento el frío del hielo, el frío de dolor.

miércoles, 15 de septiembre de 2010

Ya llega

Hoy la luz naranja de la mañana
Ha pintado reflejos en mi pared
Hoy el despertar en silencio
Ha pintado ausencias en mis oídos

Nubes lejanas enmarcan un sol nuevo
Siluetas de pájaros adornan un lienzo
El viento calmo del amanecer, cambia el escenario
Las flores marchitas sus frutos muestran

Ya siento como llega, ya noto su color
Cambia la estación, cambia la vida
Todo cambia menos tu ausencia.

Mañana tal vez la luz sea gris
Mañana seguro que sueño contigo
Hoy solo puedo esperar que mañana llegue


martes, 14 de septiembre de 2010

Azahar

El recuerdo de tu aroma, me embriaga
El corazón alocado a la comba juega
Perlada mi frente de la lluvia de tu cuerpo
Cubierta mi espalda por tus manos

Lentamente sin descanso, voy soñándote
Lentamente sin pausa, te dibujo en mi mente
Lentamente sin sentirlo, el sueño es realidad
Lentamente voy sintiendo como me invades

Ruleta del destino, con el cero en las casillas
Que nunca gira en el mismo sentido
Juego amañado con resultado siempre cierto

Cuerpos e ideas, cóctel de deseos
Canción de caricias, juego de azahar
Apuesta ganada en nuestra cama.

lunes, 13 de septiembre de 2010

Las dunas

Triste tierra ajada y baldía
Olvidada por el tiempo, abandonada
Triste y seca tierra vieja
Ignorada desde antaño, maldecida

Hoy te he pisado, te he sentido
Hoy tu vida me ha sorprendido
En tu seno nacen mil vidas
De tu horizonte la brisa llega

Miente quien te llama desierto
Nunca solo estas, el silencio esta roto
Arena fina del tiempo, reloj de dunas

Azul, oro, sol, cielo, huérfano de nubes
Solo la lluvia esperas para florecer
Eterna quietud, abarrotada de gritos.

viernes, 10 de septiembre de 2010

Pasito a Paso

Una chispa, inicia el incendio
Una palabra, inicia la guerra
Un mal gesto, una pelea
Un grito, desencadena el odio

¿Y si un paso? Inicia la paz
¿Y si un beso? Inicia la calma
¿Un abrazo? Puede cambiar el mundo
¿Una canción? Desencadenar la alegría

Cambia tu voz crispada, por susurros
Corre con tus brazos abiertos
Dale una flor a un desconocido

Que las sombras solo oculten a los enamorados
Que las dudas solo sean al deshojar la margarita
Que la vida lime las penas con tu canción

miércoles, 8 de septiembre de 2010

Escalofrío

Tiembla por el frio de la soledad
Tiembla por el miedo a su compañía
Añoranza y pesadilla, por un abrazo
Aliño de una vida monótona

Casa vacía de amor, llena de melancolía
Cama llena de recuerdos y fría de caricias
Pasos lejanos de ecos felices, solo ecos
Llaman a la puerta de tu corazón, esta cerrado

La vida te persigue, la vida te da caza
Implacable el destino del olvido que no perdona
Dolorosa espina de las palabras no dichas

Mal remedio para tus males, solo un beso
El medico del tiempo no te puede curar
Solo puedes sanar, si tu alma liberas

martes, 7 de septiembre de 2010

Desencuentro

El sonido lejano, el temprano sonido
Rasgada canción, luces y sombras
Noches dentro de una botella vacía
Besos de mariposas azules

Mi casa fría, mi alma templada,
Tristeza manchada de risas sardónicas
Palabras huecas de elogios falsos
Estatua de sal, una lágrima deshace tu rostro

Inmóvil y rocosa mentira como un rompeolas
Espuma blanca de las olas de tormenta
Sentido abrazo que nunca recibí

Mi tren ha partido sin retraso, lo he perdido
Mi sueño ha llegado a su hora y yo despierto
Mil desencuentros y solo una vida.

lunes, 6 de septiembre de 2010

En tu mirada

Tu boca, el tintero de mis versos
Tu cuerpo, el papel de mis frases
Tus manos, el cincel de mis palabras
Tus ojos, el reflejo de mis sueños

Mi boca, desierto sin tu boca
Mi cuerpo, estéril sin tus manos
Mis manos, huérfanas sin tu cuerpo
Mis ojos, ciegos cuando no te veo

Binomio de deseo, complemento de sueños
Palabras, frases, versos de sueños
Desiertos de anhelo, oscuros pasajes de soledad

Todo se funde en un instante efímero
Eternamente perdido en tus caricias
Siempre esperando el deseo en tus ojos.

viernes, 3 de septiembre de 2010

Ave Fénix

He abierto los ojos, la luz me ciega
Miro el horizonte azul e infinito, me he perdido
Bajo mi cabeza, arena de oro envuelven mis pies
En mi cabeza se funden todos los colores

He despertado de una pesadilla,
He respirado aire nuevo, limpio
He vivido sin pensar, he pensado sin vivir
He nacido de mis heridas, de mi dolor, de mi ceniza

Ahora, antes, después, siempre, nunca
Palabras sin sentido, llenas e infladas
Mis labios resecos, mis manos ajadas

La brisa me envuelve, la luz se va
La luna araña un sendero en el mar
Dime ¿como puedo andar por ese camino?