viernes, 29 de enero de 2010

Perlas

Luna llena y plena
radiante, blanca de amantes
Luna llena de ojos nacarados
sonriente y anhelante

Noches blancas de fría luz
Plata vertida desde tu mirada
Sombras marcadas por la sombra
Noches de fugaz insomnio

Lejano canta el amanecer
Teñido de arrebol perlado
Lejano llega tu aroma

Noche de luna plata
Sombra teñida de nácar
Aromas llenos de luna

jueves, 28 de enero de 2010

Día a día

Lunes, desgana
Martes, decepción
Miércoles, ha nevado
Jueves, esperanza
Viernes, ansiedad
Sábado, resaca
Domingo, sueño

La desgana de la semana
La decepción de lo no conseguido
La nieve una sorpresa
La esperanza de lo que puede llegar
La ansiedad de que pasara mañana
La resaca de lo que ha pasado
El sueño acumulado de tanto pensar

Semana monótona
Tiempo repetido
Solo interrumpido por una nevada
Solo detenido por una palabra
Semana cansada de tanto girar
Tiempo combinado con tiempo no llegado
Pasado mezclado con futuro deseado

Semana que viene
Semana no pasada
Semana más semana
Semana anulada
Semana convertida en acumulado mes
Semana contada
Semana pasada

El tiempo que pasa
La vida se escapa
Los sueños no llegan
La alegría efímera se queda marcada
Al mirar atrás no quedan ya penas
Solo el calendario desnudo ha quedado
Semana de tiempo medido.

De Paisajes

miércoles, 27 de enero de 2010

Mi barrio

Cuando llevas mucho tiempo sin pasar por un sitio, sin ver a alguien, sin hacer algo, suele pasarte que lo recuerdas todo de otra manera, que lo ves mas pequeño o mas grande, que te resulta mas difícil o mas complicado, o mas fácil hacer aquella labor.

Esta semana pase por mi antiguo barrio, el barrio donde crecí. Los sentimientos encontrados se han mezclado en mi mente y mi corazón, los rincones conocidos han aparecido en mi mente como fantasmas, los recuerdos de lo que ya no estaba se superponían a las nuevas estructuras, los sonidos que he escuchado no corresponden a los que llenan mis oídos cuando pienso en aquella maravillosa niñez. No fue maravillosa porque tuviésemos muchas cosas, mucho dinero. Lo fue porque en la sencillez, en la humildad de mi hogar, de mi barrio, de mi niñez; éramos felices con poco.

El descampado donde jugábamos cuando el suelo se anegaba por la lluvia, cogíamos ranas, jugábamos al futbol. Es una urbanización. La montaña de arcilla que era para nosotros el monte más grande del mundo, era donde subíamos a mirar el horizonte lejano y misterioso, desapareció hace tiempo y ha sido sustituida por una calle de asfalto. Los hornos de ladrillos de la cerámica, que era la fortaleza, nuestro castillo, nuestro refugio donde urdíamos nuestras fantásticas aventuras. Ahora es otro edificio de 14 plantas, con los bajos llenos de bancos bueno eso coincide mas con la función del viejo horno de ladrillos (también jugábamos a ladrones y Alibaba y los 40 ladrones).

La tienda de comestibles que había cerca de casa, aquel colmado donde convivían los lomos de bacalao saldado, con la rueda se sardinas arenques secas, las latas de conservas, la leche condensada, el chocolate y muchos mas productos no perecederos. Vamos los Ultramarinos de toda la vida. Ahora es un Supermercado de una de las muchas franquicias que llenan nuestras ciudades. Que realmente tienen de casi todo igual que antes, pero les falta el tendero que a todos conocía, que a todos saludaba, que cuando alguna familia pasaba necesidades le apuntaba en la cuenta lo que se llevaba para comer.

La bodega, aquella bodega donde veías el trasiego de garrafas de cristales verdes y protegidos por un forro de esparto, o más delante de plástico gris. Donde los domingos ibas con tus padres para que ellos e tomaran un chato de vino y tu una MIRINDA. Con sus tinajas, su grifo de cerveza dorado, el mostrador de mármol, donde los niños no llegábamos, pero donde soñábamos poder llegar. El suelo lleno de servilleta, palillos, cascaras y chapas. Las chapas un invento indispensable para mi generación, cuantas horas de diversión nos han dado. Ahora es una cafetería donde ya no ves cascaras de mejillones por el suelo, donde te sirven croissant en vez de sobaos, donde no hay tinajas de vino, pero si hamburguesas.

La lechería, no esta, la botica ahora es un herbolario, el zapatero remendón ahora una oficina de un banco. Bueno el barrio tiene las mismas calles, los mismos edificios, pero ya no tiene aquel regusto a pueblo, a hermandad.

Ahora me doy cuenta que la vida de antes tan sencilla, con tantas metas, con tantos sueños, ya ha a quedado atrás, los sueños son bonitos mientras son sueños, las metas son deseadas mientras luchas por llegar, lo sencillo lo complicamos porque confundimos sencillez con simpleza, con penurias, con necesidades. La vida que se queda atrás no es la peor vida, pero la que tenemos delante puede ser mejor, podemos mirar y aprender, ¿donde nos equivocamos cuando hemos llegado a esta vida de hoy? Creo que puede ser el afán de progresar sin mirar que el tener más cosas no da la felicidad, es mas hace que entres en una espiral de infelicidad que te hace querer siempre más. De ser más que tu vecino. ¿Que chaval juega ya con chapas? ¿Con canicas? ¿Con barcos de papel de periódico? Quien de nosotros ahora no sueña con tener mejor coche, mejor casa, la tele más grande.

Bueno el resultado es que el barrio estaba mejor, mas limpio, mas cuidado, pero menos mi barrio. No me gusta este presente, espero que mi vida sirva para hacer que el futuro sea algo mejor. Espero que mis nietos jueguen de nuevo en la calle, disfruten de lo que yo tuve en mi niñez, tengan un barrio como el mío.

Hoy me he perdido en mi pasado, mis recuerdos y nostalgia han vencido a mis sueños y mis proyectos, no es malo recordar, pero mañana seguiré hacia el horizonte.
De Los paseos de Pericus

martes, 26 de enero de 2010

Voces

La inmortal luz, la ceguera fugaz
La noche estrellada, ver sin mirar
La claridad vacía, la trasparente mentira
El ocaso de mil voces mudas

Áspera suavidad de mil odios
Amargo sabor de tu venganza
Calor por la ira contenida
Frío por la obligada soledad

Miel que en hiel conviertes
Envidia de la felicidad ajena
Cien mil quejas y una pena

Pena de malos amores
Cuervos pintados de azabache
Negación de todos los colores

lunes, 25 de enero de 2010

Gris ceniza

Las cenizas estaban aun caliente cuando me desperté, aun quedaban unas ascuas rojas en el fuego del hogar, la habitación en penumbra aun perdía su calor rápidamente, un temblor en todo mi cuerpo me anunciaba que ese día empezaba frio. Coloque sobre las brasas aun rojas unos trozos de corteza y hojarasca, encima unas ramas y unos troncos, cogí el fuelle que con su boquilla negra, su madera oscura y su cuero mil veces reparado, me serviría para hacer que las brasa hiciesen que se encendiese el fuego.

Pasaron varios minutos de jugara con el aire, las chispas , el humo y parecía que el fuego no daría luz ni calor esa mañana, pero la paciencia y la tranquilidad siempre dan su fruto, un humo blanco y denso empezó a formarse y acto seguido una llama azul hizo que todo el conjunto de ramas se convirtieran en una hoguera de vivas llamas rojas y amarillas, que el calor inundase mi cuerpo, que la luz ambarina diese formas a los trastos de la cocina, formas y sombras que bailaban con el continuo crepitar de las madera.

Coloque un viejo cazo de porcelana sobre unas ascuas, y en el vertí algo de leche, que aquella noche me había sobrado. Al poco rato vi como de la superficie lisa y blanca emergían unos hilos de humo, de vapor, de calor. Retirando del fuego la leche, me la sirvo en un vaso de cristal desgastado, rayado por tanto uso, la leche lo llena lo pinta de su color. Le añado azúcar y un poco de pan duro (era lo que me preparaba mi abuela para desayunar de pequeño) despacio, muy despacio, soplando cada cucharada acabo con mi frugal desayuno.

Me acerco a la ventana que ahora esta empañada por el vaho que desprende el interior de mi casa, con mi puño limpio el cristal, miro y veo un día apenas nacido, pero donde el suelo esta húmedo, brillante. El cielo da señas de que en breve volverá a dejar caer lluvia, que su color gris no es por lo temprano del día, el porque hoy las nubes han ganado la partida al astro rey.

¡Que pereza! Hoy no desearía salir de casa, preferiría estar sentado ante el hogar, añadiendo ramas, viendo como se consume el tiempo con el fuego, como los troncos se vuelven ceniza, como el gris del suelo de la chimenea hace juego con el gris de las nubes. Como las volutas de humo que por el viento de fuera revocan de la vieja chimenea, se dispersan ascendiendo hacia un techo tan gris y gastado como el resto de la casa que antaño tenia sus paredes blancas.

¡Que agonía! Hoy no quiero ir a trabajar, no quiero pasear por el camino habitual, por la ruta que diariamente como aun sonámbulo me dirige a mis obligaciones. Hoy quiero volar, quiero convertirme en centella, quiero ser una chispa efímera que la combustión de un tronco haga saltar de la chimenea.

Hoy es un día tan sumamente gris, frio, monótono que solo quiero que pase, pero quiero que pase lentamente, quiero hipnotizarme con las llamas. Quiero perder mi m irada en su interior para poder volar a paraísos desconocido, sentir el calor en mi rostro, para sentir el sol raptado por el invierno, oler el humo para imaginar que huelo mil flores de primavera, mil frutas de otoño, hoy es un día donde el gris ceniza es la tónica de mi animo. No es malo sentir un día gris ceniza, lo malo es no saber como hacer que el siguiente día no sea la continuación de ese día.

Pero mañana seguro que el sol, o la nieve o la niebla harán que decida dar otro color a ese día, mientras hoy el color ya esta asignado, y aunque yo quisiera no tener que salir de mi madriguera, al final dejo que la lluvia lave mi cara, me despeje, me lleve a donde tenia que ir. El tiempo continúa, otro día será mi día gris, hoy será en blanco y negro. Hoy no será día de cenizas.

viernes, 22 de enero de 2010

Viento del sur

Deprisa, deprisa, ya la luna sale
Deprisa, deprisa, siéntate a mi lado
Deprisa, deprisa, ya siento tu abrazo
Deprisa, deprisa, mira con las estrellas caen

No hagas ruidos, silencio absoluto
No te muevas mucho que el gato se espanta
Siente como llega el viento del sur
Nota como cubre toda la montaña

Tú te acurrucas porque sientes frio
Yo te acurruco quiero tu calor
Juntos miramos la escarcha caída

Polvo de estrellas son tus caricias
Luz plateada son nuestros besos
Un plato de fresas nuestra pasión


jueves, 21 de enero de 2010

Agosto

Sentado a la sombra de una encina miro la simétrica estructura del campo labrado, fuera del frescor protector de mi refugio pasajero, el solo implacable cae como plomo derretido sobre los cultivos. Es la hora de la quietud e inactividad, la hora de un verano que parece eterno, que hace que el horizonte reverbere como si del desierto se tratase.

Estoy en los llanos infinitos de La Mancha, sentado después de comer, reposando mi frugal ágape, protegiéndome del sol justiciero de un mes de Agosto. El sudor compañero inseparable de mi andadura me satura, me inunda, hace de mí un completo charco vertical. La quietud del momento hace que solo se muevan mis ojos, forzando los parpados para poder mira a lo lejos.

A mi lado sentado sobre una espuerta un labrador, mira el fruto de su trabajo, mira las plantas que están en plena madurez, pletóricas, verdes, llenas de frutos. Mira como miraría a uno de sus hijos, orgulloso de lo que sus cuidados han conseguido.
Hemos compartido viadas y conversación, el me ha contado sus realidades, yo mis sueños, mis proyectos, el a tocado la tierra, ha cogido un puñado de esa tierra roja, áspera, seca. La ha olido, ha estado un rato callado y luego me ha dicho, este es mi sueño, mi proyecto, mi realidad.

Sus manos como la tierra que aprisiona, son ásperas, ajadas, secas, tienen la falsa apariencia de ser infértiles, pero como esa tierra son productivas, animosas, delicadas dulces a veces. Son manos reales, sinceras y francas. Lo se porque al estrechárselas, solo he notado fuerza y valor.

Nuestra conversación se ha apagado como el viento que sucede al medio día, no por que no quisiéramos decir más cosas, no porque no nos interesara hablar. Hay veces que los silencios dicen más que un libro. Después de comer, de tomar el último trago de vino de una bota desgastada por el tiempo, usada en infinidad de tardes calurosas, de mañanas frías, manchada de mil vinos, de mil manos. Hemos decidido reposar la comida, echarnos la siesta.

Yo me he sentado sobre una manta que me hace las veces de colchón cuando duermo al raso, apoyando mi espalda contra el tronco de la retorcida y venerable encina. Al apoyar mi espalda contra ella he notado lo antigua que era, las cosas que habrá vivido. Mi compañero, sentado en su improvisado trono, se ha apoyado en la azada que tenia a su lado, las manos sobre su astil, su cabeza sobre sus manos. Parecía que estaba rezando, el pañuelo que a modo de sombrero cubre su cabeza, empapado por el sudor de su frente, la amplia camisa de algodón de la misma guisa, inmóvil, como la estatua del Pensador; pero de un mármol humano.

Ha pasado una hora, pero me han parecido 1 minuto, no he dormido, o eso creo, me ha despertado la brisa que anuncia la llegada del atardecer, que anuncia una tormenta en la lejanía. Las chicharras monótonas han sido el coro que han acunado mi duerme vela. Miro hacia mi compañero y le veo en la misma posición, pero mirando las nubes lejanas, olisqueando el viento, en su rostro inmutable se ve una sombra de preocupación.

Teme que las nubes lejanas traigan piedra, que puedan dañar lo que durante casi medio año lleva cuidando, dando de beber su sudor y sangre. Tiene miedo, cualquier padre sufriría por un hijo. Coge otro puñado de tierra, lo deja caer despacio, mira como cae. Yo pienso que esta haciendo ese gesto para relajar la tensión. Para olvidar lo que puede pasar.

Le pregunto si esta preocupado, me responde que ya no, que la tormenta es de agua, y que solo rozara los cultivos. Mi mirada incrédula, mi cara de asombro, vamos que soy de ciudad. El sonriendo me dice que cuando ha dejado caer la tierra ha visto que el aire soplaba en otra dirección, que el polvo bajaba muy rápido, que eso era señal de la humedad y no del hielo, que al soplar el viento en esa dirección, las nubes que veíamos se desviarían.

Cuanto tengo que aprender, cuanto tengo aun que sorprenderme en mi viaje. Supongo que eso es lo que me hace seguir andando, esa gente, esos momentos. Creo que el día que no me sorprenda mi camino no tendrá sentido. Ahora espero que las nubes descarguen su agua sobre vosotros, así me limpiaran del polvo rojo de los caminos infinitos de esta tierra. Mañana seguiré hacia el horizonte, allí veo las siluetas de lo que parece ser una montaña. Hoy el día me ha enseñado que a la sombra de la sabiduría popular la ciencia es una aprendiza.

miércoles, 20 de enero de 2010

Búho

Desde aquella posición podía vislumbrar el valle entero, su atalaya era desde hacía mucho tiempo un mirador privilegiado, su silueta inmóvil se recortaba contra la luna llena que esa noche alumbraba el mundo. Las ramas secas de aquel gran árbol, le servían de percha.

El era una de las maquinas de cazar mas perfecta de la naturaleza, su figura no era tan grácil como las de sus parientes de la mañana, pero lo que perdía en gracilidad lo ganaba en precisión. Sus ojos grandes y redondos, su cabeza redonda y un tercio de todo su cuerpo, sus garras afilas, su pico curvo y negro.

Era un ser tranquilo, paciente, silencioso, aunque le gustase ulular en la noche, su plumaje era pura mimetización con su entorno, si no se movía parecía un tocón de árbol. Le llamaban la muerte silenciosa, el sin querer ser pretencioso se llamaba a si mismo el rey de la noche.

Lo tenia todo, menos una compañera, hacia ya tres temporadas que no encontraba ninguna, solo pequeñas lechuzas y cárabos, pero de su especie no. Recordó apenado el día que descubrió el cuerpo sin vida de su compañera, suspendida en el aire con forma extravagante en aquellas ramas raras que cruzaban de árbol a árbol, sin hojas, sin corteza, solo con ese persistente zumbido.

El bosque y el valle habían cambiado en los últimos años. Su memoria le transporto a la época en que era apenas un polluelo recién independizado, cuando sus plumas eran casi plumón, cuando en la montaña se escuchaba las voces por doquier de sus compañeros.

El monte fue desapareciendo, cambiando los arboles por viviendas, cambiando los prados y dehesas por carreteras, cambiando las charcas, regueras y arroyos, por cunetas, canales y piscinas. La hierba dejo paso al césped, las flores silvestres a plantas sin vallas, sin semillas. Su alimento tradicional, ratones, topillos y conejos, fueron eliminados porque eran una plaga par los seres humanos. Se sustituyeron por perros y gatos.

Su valle que antes era salvaje, abrupto, enmarañado. Se convirtió en un paseo por un parque donde loa arboles y arbustos estaban domesticados. El arrollo que corría libre y que todas las primaveras se desbordaba se convirtió en un riachuelo dominado, dirigido por el cemento, las cascadas que había ahora eran las represas que evitaban que pudiese anegar la urbanización por donde trascurría.
Los sonidos de la noche habían cambiado también, los coros de ranas hacia tiempo habían desaparecido, los grillos se escuchaban menos, solo su voz silenciosa se alzaba en el silencio de la noche, mal presagio para su raza.

A el lo habían respetado, es mas le visitaban a menudo, le fotografiaban, todos estaban orgullosos por tener y proteger aun Búho real, pero no sabían que eran ellos la causa de la decadencia de su especie, no se daban cuenta de que el si nadie lo remediaba seria el ultimo cantor de la noche, y la luna se quedaría un poco mas huérfana.

Esa noche a lo lejos respondieron a su canción, lejos, muy lejos, sus ojos se abrieron mas si cabe, su oído se agudizo, sus músculos se tensaron y salto al vacío, dirigiéndose hacia donde el sonido le llamaba. Era cierto, sus sentidos no le habían engañado, en el valle del otro lado de la montaña, allí donde el hombre aun no había llegado divisó la silueta de una hembra. Un fogonazo hizo que perdiera el rumbo, que quedase parcialmente ciego. Del resto no recordaba mucho solo que al despertar estaba con la hembra, en una especie de cueva, con muchos seres mirándolos, a trabes de lo que parecía una cascada de agua, pero que como comprobó era dura como el hielo. Triste se dio cuenta que había perdido su libertad, al menos la hembra era joven, y no le rechazaba, esperarían el momento para huir, y tendrían su descendencia en lo profundo del bosque.

Desde fuera dos ornitólogos, miraban satisfechos la nueva pareja de Búhos del zoológico. Era probable que fuese una de las últimas parejas, ahora esperaban con ansia que se apareasen, que criasen. Se odiaban a ellos mismos por haber tenido que capturar a ese ejemplar tan soberbio, pero sabían que si no lo hacían correría al final el mismo destino que su compañera, morir en los cable de alta tensión. La hembra era la tercera generación que nacía en cautividad. Para ella los seres humanos eran como su familia, y el macho que veía era el primer macho adulto y salvaje que había conocido, seria un buen progenitor para su descendencia. Todavía tenían esperanza, su raza podría vivir una nueva generación.

Ella agradecía a los humanos el cuidarla, el darle compañero. El maldecía a esos seres por quitarle la libertad, por robarle su naturaleza.
¿Y tú que piensas de los seres humanos?

martes, 19 de enero de 2010

El momento

Al terminar el día, solo a ti se volver
Al terminar el día, solo sentir tu cuerpo
Al terminar el día, solos tu y yo
Al terminar el día, es cuando todo empieza

A tú lado la oscuridad siempre es bella
A tú lado la belleza esta a junto a mi
A tú lado nada tiene fin
A tú lado todo tiene sentido

Dame tu mano en la noche
Déjame terminarla contigo
Respira conmigo acompasada

Mézclate en mi cuerpo un instante
Siente mi desbocado cuerpo en el tuyo
Que no termine el momento

lunes, 18 de enero de 2010

La cara oculta

Todo tienen dos caras, todo tiene dos lados, todo es dos partes. Somos bueno y malo a la vez, blanco y negro, sencillos y complicados. Siempre dudamos porque en la duda siempre esta la solución. Imaginamos lo que no vemos al otro lado de la luna, y por eso hemos logrado llegar a pisarla.

Somos curiosos, muy curiosos, de vez en cuando la curiosidad nos mata, nos decepciona, nos hace desencantarnos. ¿Por qué? Porque descubrimos que se esconde detrás de la puerta cerrada, o de la cara oculta de la luna.

Porque vemos que después de llegar o abrir esa puerta hay otra puerta, o simplemente una habitación vacía, o mas desierto estéril. Aun así seguimos siendo curiosos, la decepción suele durarnos lo que dura el que nos fijemos en un nuevo reto o misterio para nosotros.

La curiosidad creo que fue el motor que hizo que el genero humano llegase a donde esta hoy, el preguntarnos a nosotros mismos, el no querer las respuestas de otros que ya estuvieron allí, al fin de cuenta el querer sentir el fracaso por nosotros mismos, o el triunfo.

Llevo algunos días buscando la cara oculta de la luna, se por los científicos que es igual de yermo que la visible, es mas posiblemente sea mas yermo aun. Pero busco una quimera, no hechos científicos. Necesito creer que tras esa puerta cerrada hay un paraíso, algo que me siga sorprendiendo, aunque luego cuando abra, vea y entre, sea más de lo mismo.

Quiero tener una quimera, un sueño inalcanzable, porque siempre que se tiene ese sueño se lucha por realizarlo, si no lo tuviese al final me pararía de luchar. No es que este vencido, pero si cansado de caminar por un pasillo con una sola entrada y una salida, quiero saber que hay habitaciones a los lado, pasillos, encrucijadas.

La monotonía es como el pasillo por el que muchos andamos, sabemos lo que tenemos detrás y lo que nos espera delante. Hay veces que tenemos que romper la pared, para ir por otro lado, mirar a través del estuco, de los ladrillos, para entrar en la cara oculta.

Nada espero de la puerta de mi frente, solo me queda romper las paredes que me ahogan. Tengo la necesidad de saber que hay al otro lado de esta pared.

sábado, 16 de enero de 2010

La pradera

La temporada había llegado, lo notaba y veía por doquier, no había carteles que lo anunciasen, pero aunque estuviese todo plagado de ellos a él le no le habría importado, ni los hubiese interpretado, porque algo le decía que ya estaba allí.

El olor dulzón y esquivo de otros años ya impregnaba el aire que le rodeaba, nada le impedía ese año cumplir con el ritual que desde el principio de los tiempos se realizaba en aquel monte, este año era su año, lo notaba, sentía el vigor de su juventud corriendo por sus venas, la fuerza en sus músculos, la decisión en su cabeza.

Al pasar cerca del arrollo se vio reflejado en el remanso que este hacia cerca del árbol que callo esa primavera con la ultima tormenta, decidió que le gustaba lo que el agua escasa pero fresca le mostraba, veía su pelo reluciente, sus músculos marcados, su estampa imponente, este año en la reunión conseguiría conquistar a la que la temporada pasada le robo las miradas para cualquier otra. Esta vez no cedería ni un milímetro ante sus adversarios.

Cuando llego al prado de la reunión, comenzó a ver como se iban reuniendo en los lindes del boque, vio lo que hacia unos meses era un manto de hierba verde y dulce, salpicada de flores de todos los colores. Ahora era un agostado manto de pajas secas, arbustos leñosos con hojas pardo oscuras, pero también se fijo en que las semillas del trigo salvaje, de la avena loca estaban en su sazón, eran como pepitas del dorado metal.

Sus sentidos le hicieron que volviese la cabeza para ver como se acercaba la hembra más hermosa que había visto, la que el año pasado se ofreció por primera vez. Su aroma, sus formas, su paso elegante, le comunicaban que estaba dispuesta, que le aceptaría si la sabía conquistar. El se irguió instintivamente, dejo de mirarla, y se mostró altivo, intentando exhibirse lo mas grande, imponente y atractivo.
Ella paso a su lado sin mostrar interés, no seria apropiado, ¿que dirían sus compañeras?, a su lado correteaba su retoño fruto de la reunión del anterior Otoño. Era bello, aunque aun tendría que pasar mucho tiempo para que fuese igual que su padre. Ella recordaba al joven del año pasado que intento seducirla, que intento ser su compañero para la tarea sagrada a la que año tras año acudían. Este año estaba mas hermoso, mas poderoso, seria un buen compañero si era hábil en la liza, si conseguía conquistarla con su fuerza y habilidad.

Entre ellos no hubo mas que un leve roce que ella coqueta, como si de un traspiés hubiese sido le regalo al loco pretendiente, fue suficiente solo el contacto de sus pieles para que se les erizasen los pelos. Era lo que ella pretendía.
En la pradera ya estaban reunidos bastantes individuos, las hembras reunidas en grupos, los machos solos, mirando a otros machos, pavoneándose delante de los grupos de las jóvenes, paseándose, lleno sin rumbo, sin prisa, en silencio. Ellas tenían que ver la mercancía, comprobar lo bien que el año los habían tratado.

Todos esperaban la señal, ellos con mas tensión en sus músculos, con mas furia en sus venas, ellas con mas expectación, mas excitación con cada nuevo desafío, con cada nuevo joven que se acercaba a su grupo.
Cuando llego al centro del claro, vio al que el año pasado había ganado a la dueña de sus deseos. Era el más fuerte de todos, el más poderoso, el más grande. Aunque nunca se lo dijo su madre el era su padre. Lo veía en si mismo, en su porte, en su elegancia, en su fuerza. Nunca le perdonaría a su padre que le hubiese robado cada año a su hembra.

Se planto delante de el, sin hacer ruido. A lo lejos se escucho el sonido como de mil trompetas desafinadas, la lucha había comenzado, cientos de voces se elevaron retándose. El joven al principio tímido miro al que era su padre y le reto, pero este ni siquiera le miro. De repente noto el empujón desde atrás de otro joven, se volvió rápidamente y vio como era retado a luchar. Se gritaron, se observaron, caminaron en círculo con precaución, estudiando a su adversario. Descubrió que era más joven que el más inexperto, espero a que se lanzase y firme le espero.

Tras el impacto inicial, firme sin retroceder, empezó a tomar ventaja, a hacer que reculase su oponente, a que casi hicieses que su cabeza tocase el suelo, claramente él era superior. El otro al comprenderlo se retiro, humillado y jurándose venganza para el próximo año.

A la primera batalla le siguieron muchas más, el día fue pasando, solo acompasado por el ruido que producían las escaramuzas, por los sonidos broncos de las gargantas de los contendientes. Los perdedores se alejaban, los vencedores se volvían a enfrentar, solo podía quedar un vencedor, el que seria el rey de aquellos parajes por un año.

Agotado tras un numero de batallas del que había perdido la cuenta, se dio cuenta que solo quedaban un puñado de individuos, por combatir, vio que su padre vencía a otro macho que parecía igual de vigoroso. El luchaba con uno de los senescales de su padre, estaba dentro del grupo de los elegidos, esperaba no tener que luchar mucho aun ya que se encontraba casi exhausto, todo el día sin comer ni beber, todo el cuerpo lleno de magulladuras. Ya casi ni recordaba a la preciosa joven que le miraba cada vez con menos disimulo.

Casi ya de noche, le toco luchar con el rey, fue breve, fue muy rápido, sabia que aun no podría nadie arrebatarle el puesto, pero no se arredro, arremetió con todas sus fuerzas, con toda la experiencia acumulada en sus anteriores años en sus batallas del día. Fue inútil, el rey solo tubo que esperarle, que dejarle que se cansara, y demostrarle que aun no heredaría su trono, el rey se sintió satisfecho de los progreso de su hijo. Este año le premiaría, dejaría que eligiese su grupo, sus damas.

En el mismo instante que el sol se ocultaba, se escucho el poderoso bramido de la garganta del vencedor, el macho que durante muchos años había sido el dominador, el rey, reunió a los mas fuertes, a los que habían ganado el derecho de enfrentarse con el. Ellos sabían que tendrían suerte ese año, que no tendrían que correr solos, que tendría un pequeño grupo.

El joven tímido miro hacia arriba, vio como el le devolvía la mirada, como le decía sin palabras que podía marcharse con los que el eligiese. Realmente este año si podría estar con aquella preciosa hembra, además sus amigas no estaban mal. Se volvió, y se dirigió al grupo, acerco su cuerpo al de ellas, rozo su nariz con la de ella, que solo tenia ojos para el.
Mañana comenzaría su tarea, podría la fin gozar de las mieles del triunfo, esta noche tenia obligaciones, tenia que buscar refugio para ellas, alimento, tenia que demostrar que el era capaz de cumplir con las seis jóvenes.

Pasaron unas semanas, las primeras nieves llegaron. Las hembras estaban todas esperando retoños para la primavera. A lo lejos el rey como todos los días miraba desde su atalaya. El joven miraba al rey, y luego a sus hembras. De repente un trueno sin nubes y el rey cayó como un árbol al que talan.

Los cazadores se acercaron corriendo, entre risas y cháchara, comentando el disparo, mirando la pieza abatida. Uno de ellos comento: “Menudo ciervo, al menos tiene 12 puntas, tiene que ser el jefe de la manada seguro”

Este año seguro se dijo el joven ciervo seria uno de los vencedores, seguro que dispondría de las hembras que el decidiese, ya no había rey, el podía ser el próximo.

viernes, 15 de enero de 2010

Te espero al amanecer

Te miro y no te veo
Te hablo sin mirarte
Te escucho sin oírte
Te amo sin sentirte
Te odio sin conocerte
Te perdono sin ofenderte

Me miras con ojos ciegos
Me hablas con tu silencio
Me oyes sin yo hablarte
Me amas sin nada a cambio
Me odias por no conocerte
Me perdonas y no sabes que

Estamos tan separados,
por ser tan iguales
Estamos tan de acuerdo,
por tener diferencias
Estamos sin estar,
por no querer ser.

Tiemblo si tú me rozas
Gimes si yo te miro
Sueño solo en tenerte
Duermes soñando en mí
Miento por no perderte
Pierdes cuando me mientes

Opuestos e imantados
Nos repelemos si estamos juntos
Nos atraemos si separados
Agua y aceite flotamos,
no sabemos mezclarnos,
solo deslizarnos el uno por el otro

Deseo tenerte
Deseas tenerme
Odias perderte en mí
Odio no poder descubrir tus sendas
Amo un segundo a tu lado
Amas un recuerdo en común.

Sigamos este juego eterno,
de continua seducción
Seamos Luna y Sol
Tú la mañana, yo la noche
Dos instantes tan fugaces
Eternamente buscándonos.

Te espero al amanecer

jueves, 14 de enero de 2010

Penumbra

La mano toco su mano,
sin miedo de no encontrarla,
los ojos miraron otros ojos,
buscando comprensión.

Las dudas desaparecieron,
al ver como sonreías,
el miedo se evaporo,
al sentir como hacia mi venias.

El fuego ya no quema, solo calienta
El hielo ya no hiela, solo refresca
El agua ya no ahoga, solo calma

Tú cuerpo hace que arda
Tu odio olvidado me hiela
Tus lágrimas que ya no existen me ahogan

miércoles, 13 de enero de 2010

Claroscuro

Largo y dulce fue su beso
Triste por ser el último
Largo y dulce fue su brazo
Lleno de amargura por el adiós

Clara y radiante fue la mañana
Oscura y fría la noche
Claro y cálido tú recuerdo
Oscura y fría tu ausencia

Miento a mi mente por tu falta
Con pensamientos pasados
De recuerdos sentidos

Niego la realidad latente
de mi corazón acompasado,
sin otro corazón unido


martes, 12 de enero de 2010

¿Seguiré soñando?

El viento inclemente ululaba en las ventanas, por las grietas de las ajada madera dejaba filtrar su inclemencia, cuando te acercabas al cristal el frio intenso te cortaba como una cuchilla, los arboles se movían frenéticos por las embestidas, dejándose desnudar, dejando que sus hojas emprendieran una loca espiral o chocando contra la fachada de la casa.

En la lontananza se vislumbraban rayos de sol, que como faros en la lejanía marcaban pequeñas parcelas de luz. Eran como columnas inclinadas de una gran catedral. Poco a poco el viento afrentando su ira fue pasando de un susurro a un grito. Aullaba, las sabanas tendidas se hinchaban como velas de un barco que fuese ha iniciar su singladura.

El negro plomizo se unifico en gris, y las primeras gotas de agua fría chocaron como si de la espuma de una ola se tratase. Mi mente empezó a navegar como si en un navío estuviese, era el recuerdo de una tempestad. Sobre un barco, en un mar bravo, en otro momento, en otra dimensión, sentía en mi interior el agua salpicando mi cara y mi cuerpo, en mis manos la tensión de los cabos que tensaban la mayor, en mis pies desnudos las agujas heladas de las olas. En mis labios el sabor salado de mi sudor mezclado con el mar.

Mis oídos solo recordaban la sinfonía descompasada del agua chocando contra el casco, los tambores de las gotas repiqueteando contra la cubierta, el sonido de los oboes que producían las rachas al pasar entre la tela de las velas y las cuerdas. Todo unido pero sin orden, todo acompañado por el trepidante ritmo de los latidos de mi corazón, que desbocado no atinaba a llevar un ritmo sincronizado.

Un rayo en la lejanía, me recordó el fragor de los truenos, mis ojos solo veían montañas negras coronadas por espuma blanca, montañas que se derrumbaban a mí alrededor, sobre mí. Manos invisibles que intentaban arrancarme de la cubierta, que intentaban descabalgar al jinete que era mi barco del lomo del garañón salvaje que era ese mar antaño calmo y dócil como un gatito, pero que ahora había sacado sus garras.

Un golpe de aire hizo que se abrieran las ventanas de par en par, dejando entrar el agua que horizontalmente barría el exterior, mojando la seguridad d mi casa, recordándome que no estaba en el mar, que no luchaba contra Poseidón, que solo había dejado escapar mi alma, tal vez con añoranza hacia aquella otra tempestad.

La realidad llego como un mazazo, un golpe hizo que uno de los cristales se rompiese, y su sonido estridente, al caer al suelo, me hizo despertar, correr hacia las hojas desvencijadas cerrarlas, atrancar las contraventanas de madera, para evitar que el agua mojase el interior de aquella que era mi casa. Pero también cerré la única luz que me dejaba ver la realidad. La oscuridad me dejo perplejo, no recordaba si aun estaba en el mar, si estaba en mi casa, si soñaba, si todo era producto de la imaginación. ¿Todo era real? Fueron segundos interminables, fueron sensaciones reales, fue la fiebre que me hizo soñar dentro de un sueño, recordar una tempestad.

Ahora respiro, buscando el olor de la sal, el frio viento en mi rostro. Miro hacia la ventana, veo una de las contraventanas abierta, por ella entra una luz plomiza, y oigo el repiqueteo de la lluvia. La otra contraventana esta cerrada en el suelo brillan trozos de cristal y de agua, además hay una estrella de mar.
¿Seguiré soñando?

lunes, 11 de enero de 2010

Las olas de piedra

Esta mañana ha sido la continuación de una noche de tonos rosados, la nieve ha teñido la negrura de la noche con una claridad espectral, su luminosidad hacia que pareciese un atardecer de muchas horas, me recordaba un viaje que hice a Suecia en invierno, noche eterna durante dos meses, y atardecer durante cuatro mas. La nieve siempre es una sorpresa por mucho que la veas, que la sufras, que la añores. Solo la vista del mar hace que siempre sonría, solo es comparable porque como el mar la nieve hace que los horizontes se alarguen, que las aristas desaparezcan, y se conviertan en olas, olas inmóviles, petrificadas, paralizadas en el tiempo.

El tiempo se ralentiza viendo caer los copos de nieve, toma el ritmo suave, sin orden, los minutos aunque siguen durando 60 segundo, parecen mucho más largos, hasta el ser mas estresado, suele pararse a mirar como un copo cae y se confunde con sus congéneres.

He visto directores generales, serios y muy encorsetados, perder los papeles tirando una bola de nieve. Curioso espejismo el de la nieve, parece como el algodón. Suave, cálido, pero en realidad es todo lo contrario. Todos buscamos un trozo de nieve sin pisar, para ser los primeros. Soñamos con ser etéreos, con andar por las nubes, y andar por la nieve virgen es lo mas parecido a volar que llegaremos nunca.

Bueno ahora que la luz del día muestra el paisaje que la oscuridad confundía, ahora no es tan blanco, por las aceras la nieve ya no es blanca, es negra y gris, las olas se convierten en objetos parcialmente tapados, el silencio amortiguado por los copos, desaparece para llenarse de sonidos. Sonidos de la vida que despierta, además es un sonido ampliado por el hielo, por la nieve que cae de los tejados, de los arboles.

La vida sigue, con mas frío eso si, pero sigue, la nieve tan bonita desde tu ventana, ahora cuando andas hacia el trabajo te resulta molesta, peligrosa. Hace que todo sea más complicado, la ciudad llega a ser una trampa mortal. Una ratonera donde todos estamos atrapados, esperando que el sol nos caliente, nos limpie, nos deje ver lo que la nieve oculta.

Mañana cuando haya desaparecido por completo o queden algunas manchas en los tejados, añoraremos la nieve, sin acordarnos del frío, fantasearemos con el recuerdo de las olas petrificadas del paisaje sin horizonte.
Mañana cuando el sol nos caliente, imaginaremos mirando la cúpula azul que los copos fríos rozan nuestra cara, pero hoy miramos el cielo plomizo, el suelo sucio y deseamos el sol.

No sabemos que queremos, no sabemos donde estamos. En fin somos seres caprichosos, lo queremos todo y nada, es lo que se llama libre albedrío. Somos seres humanos, ¿somos seres inteligentes?

viernes, 8 de enero de 2010

Sombra

Sombras negras en mi mente, reflejo en negativo
Luces claras en mi corazón, luz de esperanza
Sombras negras en el camino, esbozo de un diseño
Luces claras en el cielo, mediodía sin nubes

Piedras agudas y toscas, insulto y menosprecio
Hierba verde y mullida, sonrisas y besos
Piedras toscas y gastadas, tiempo pasado
Hierba mullida y verde, sendero sin transitar

Pájaro que vuela solo, siempre buscando
Rio que corre veloz, vida cierta
Mar que esta en calma, tormenta pasada

Flor de un solo día, malgastada belleza
Lluvia sobre mojado, inadvertida presencia
Viento no aúlles tu dolor, nadie te escucha.

martes, 5 de enero de 2010

La cienaga

Cuando esta mañana empecé el viaje, me sentía entumecido por el descanso forzado por los acontecimientos. El sendero por el que estaba caminando seguía, pero hay veces que e obligan a regresar. Eso me ha pasado, me he recluido en otras obligaciones, aunque mi mente seguía vagando por los nuevos horizontes.

Al enjaular a un gorrión el animal suele morir de tristeza, no importa que la jaula sea de oro, esta toda llena de barrotes. Desde la ventana de mi habitación solo se divisa la cacofonía regular del horizonte de edificios, y el cielo gris y plomizo de estos días. Me encana la lluvia, pero en la ciudad es fría y gris, hace que los edificios se llenen de manchas grises y negras de la contaminación.

Es siempre tan triste y gris la línea paralela de cielo que se ve desde las calles, tan duro y monótono el suelo asfaltado. Prefiero el caos de la naturaleza silvestre, la combinación de verdes marrones, grises, ocres, naranjas. Los charcos, el barro, la madera, las hojas caídas.

Bueno hoy comencé a andar de nuevo, emprendí mí camino y nada mas comenzarlo me tope con una ciénaga. Al principio no me di cuenta que entraba en ella, el musgo, y el suelo húmedo ocultaba el barro, el agua, la podredumbre. Mis primeros pasos, me indicaron que el terreno estaba blando, pero no le preste atención, ni le di importancia, al siguiente me hundí, mi pie se metió en el barro, intenten en vez de sacar el pie, con el otro avanzar, buscar terreno firme, me puse nervioso, quede atrapado, hundido.

Las ciénagas son los problemas del camino, como en la vida si cuando un problema, una dificultad hace que te atasques, terminas hundido, inmovilizado, no ves solución.

Pero salir de cualquier problema, igual que salir de un barrizal no es cuestión de intentar por la fuerza solucionarlo, no podemos intentar hacer mas fuerza, ni luchar sin ver las soluciones. Porque el final es previsible, terminas rindiéndote. En la marisma de la vida, solo sale quien aporta ideas, quien se atreve a mancharse de barro, quien no le da miedo tumbarse en la turba. Hoy me he llenado de barro, pero al final he cruzado el lodazal. Siempre al otro lado suele haber agua corriente para poder lavarse, además en medio de los pantanos suele florecer el Loto, los nenúfares.

Los problemas son como ese barro que te absorbe, intentamos salir y nos hundimos, luchamos y nos hundimos, pero si nos paramos, observamos, pensamos, buscamos una zona mas seca, mas firme salimos.

Espero encontrar de nuevo un camino sin barro, ahora ya veo el final de esta charca, lo que veo me hace sonreír, veo un claro y un arrollo, veo una franja de azul en el horizonte, las nubes siguen, pero la lluvia que cae ahora, me limpia del barro, los problemas como las ciénagas también se acaban.

sábado, 2 de enero de 2010

Año nuevo......

Hoy es día 2 de enero, de un año nuevo, cuanta ilusión puesta en la caída de una hoja del calendario, cuantos buenos propositos, a las 00:01 del día 1 de enero, Besos, toses por las uvas aun no tragadas, taponazo de cava, llamadas que no puedes hacer porque las lineas están saturadas, mas besos, mas cava, mas viva el el año 2010, todo es alegría y expectativas.

Hoy después de la resaca, la indigestion por tanta comida, la lucidez de un día que ha amanecido gris, ves que realmente si no fuera por momentos como los de Noche Vieja y Año Nuevo, como Noche Buena y Navidad; seria tan difícil poder sobrellevar las angustias de una vida diaria y monótona.

Menos mal que aun nos queda la noche mágica de Reyes, porque es mágica para los que aun creemos en la magia, al menos la mañana del día 6 ves por la calle a esos niños que brillan por la ilusión de lo recibido, tirando de unos padres con cara de sueño, pero felices de ver la alegría de los chiquitajos.

Para mi que ya no espero regalos de los reyes, porque ellos agotaron ya mi cupo, si espero ver esa alegría, supongo que es el mejor regalo que puedo recibir. Ahora cuando tengo ya una edad. No mucha no creáis, solo espero regalos no materiales, un beso sincero, un abrazo, una sonrisa. Es mas reconfortantes. También es posible que no reciba ningún regalo porque no he escrito ninguna carta. Pero bueno supongo que los carteros reales ya han leído mis deseos.

Y en mis deseos esta que todos los amigos, la gente que me quiere y a la que quiero, en estos reyes reciban, parte de mi corazón, que tengan salud, que la esperanza nunca les falte, que en vez de carbón les traigan alegrías y sonrisas.
Espero que todo llegue con abundancia, que rebose el día de Reyes en todos los hogares y si además tienen niños pequeños que su sonrisa alumbre cualquier rincón de su alma desterrando la amargura.

A SS. MM. los Reyes Magos.