martes, 16 de febrero de 2010

La cita

Sin fuego quemado por el odio
Sin fuerzas para escapar
Sin armas para defenderme
Sin alma para expirar las culpas

Con dolor por hacer daño
Con tristeza por la indiferencia
Con días eternos de reflexión
Con torturadas razones para justificarme

Por no haber sabido parar
Por querer ser el mejor
Por orgullo desmedido
Por la falsa modestia

Cuando vengas a juzgarme,
no quiero caridad,
no quiero piedad,
no quiero mentiras.
Cuando vengas a llevarme
solo quiero equidad,
solo quiero estar sereno,
solo tengo, que mi pena aceptar

Dama de negras vestiduras.
Que con la noche cabalgas.
Que con afilada guadaña,
la justicia impartes con certera verdad,
la justicia repartes con destino cierto.
Dama de vestiduras rasgadas
Que la luna ocultas con tu mirada
Que sonríes ante suplicas, socarrona
Se rápida, se limpia, no me hagas sufrir
Se que citados estamos
y nunca faltas a un cita.


A mi padre que hoy hace once años que acudió a su cita.

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