martes, 20 de abril de 2010

Hoy igual que mañana

Ya casi no recuerdo cuanto tiempo ha pasado desde la ultima vez, aun me queda un vago sabor en la boca, un leve aroma en mi nariz, una sensación agradable en mis manos, mis oídos sienten el rumor lejano, que acompañaba al resto de sentidos que antaño eran tan claros que a veces dolía. Se que todo aquello era el pasado, que todo fue como un sueño que se trasformo en terrenal realidad. Hace tanto tiempo, o tal vez hace poco tiempo pero mi deseo ha aumentado. El deseo es un perro salvaje al que no se le puede poner ni bozal, ni collar, ni menos aun cadena.

La carretera recta, que se pierde en el horizonte, como si lo que tengo delante fuese un cuadro dibujado por un delineante, me deja avanzar hacia mi anhelo, me hace llegar poco a poco al final de esa línea. Abro las ventanillas, dejo que el aire frío llene mi vehículo, aspiro profundamente y mis pulmones se llenan de un aire puro, fresco, húmedo y limpio. Un aire que casi es doloroso, mis ojos se adaptan a la creciente claridad del amanecer, comienzo a ver a lo lejos las siluetas de los montes camufladas entre la bruma de nubes blancas y grises, transformándose en pasteles de chocolate y nata.

La impaciencia, hace que mi corazón y mi pulso se acelere, se que ya estoy cerca, se que pronto volveré a sentir lo que siempre he sentido. Es difícil pero refreno mi impaciencia, no quiero precipitar el reencuentro, no deseo acelerar lo tanto tiempo soñado. Tengo la sensación de que esta ansia es correspondida. Como un imán y un trozo de acero la atracción es cada vez mas fuerte, Aun no puedo ver, pero se que esta allí.

Las primeras curvas y subidas indican que mi trayecto se acerca a su destino, que pronto cambiare este ruido del motor por el sonido del viento entre los arboles, de la lluvia golpeando contra el suelo del bosque. Por fin tras un viaje largo, tras la noche, tras la subida a la montaña, llego al collado que separa los valles, paro mi coche, me bajo de el, miro y veo que estas allí, que has llegado como el amanecer, veo como despliegas tu áurea luz por entre las nubes del horizonte. Veo como triunfas como acudes a nuestra cita, como calientas con tus primeros rayos mi rostro, noto como trasformas con tu calor el frío rocío en vaporosa neblina, como se convierten en gotas de agua que caen al suelo. El viento acompaña tu salida limpiando a su paso las hojas caídas del otoño.

Hace tanto tiempo que no veo amanecer, que no te veo salir, que no te siento el primero de los mortales. Hoy será un día nuevo, de una era nueva, en un tiempo que comienza a contar desde cero. Hoy no puede ser como ayer, sin esperanzas, sin salida, sin sentir tu calor.

Tengo mucho que hacer, tengo mucho que dar, tengo ganas de sentirme libre. Solo cuando te he visto se que puedo hacer lo que desee, porque cuando algo se desea y se lucha por ello al final o al principio se consigue.

Hoy vi salir el sol, hacia mucho tiempo que no veía su triunfo contra la oscuridad, se que todos los días sale, pero muchas veces la pesadumbre no nos hace apreciarlo. Eso me ocurría a mí, creo que a partir de hoy comenzare a verte salir a diario. Que apreciare más lo que nos es dado gratuitamente y sin pedirnos nada a cambio.

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