miércoles, 21 de abril de 2010

La lluvia pasada

La voz era dulce y fresca, tumbado bajo la sombra de aquel árbol, entre la multitud callada, miraba atentamente hacia donde provenía esa voz tan especial y melodiosa, al principio fue un hilo, que sonaba por encima del murmullo, de la cacofonía de voces mezcladas, luego conforme los oídos fueron captando las notas de la melodía, se fue haciendo el silencio, un silencio pulcro, quirúrgico. Todos miraban pero nadie localizaba al propietario o propietaria de esa hipnotizante voz.

La canción era lo de menos, lo importante realmente eran los sonidos, supongo que aunque hubiese estado recitando la tabla de multiplicar, nos hubiese hechizado a todos. Realmente era mágico. Todo acompañaba ese día, era el día de la fiesta de la patrona, sol, un cielo azul pintado con jirones de nubes, la pradera florida y pintada con rojos azules y amarillos, los arboles ofrecían u fresca sombra, el arrollo pletórico de agua le hacia los coros a la anónima voz. El olor de las viandas, inundaba el aire mezclándose con la fragancia del romero, de la lavanda, de las flores que habían roto la monotonía del verde.

Tal como vino se fue, la voz ceso, no se si duro un segundo, una hora, una vida, pero todos y pocas veces ocurre cuando termino nos quedamos en silencio, esperando mas, por una vez en la vida todos en el pueblo estábamos de acuerdo en algo, aquella voz era divina. Lentamente como la vida después del invierno los murmullos volvieron a la pradera, el tema de conversación volvió a ser el de antes de tan maravillosa interrupción, cosas vánales, ¡que rica esta la tortilla! Se oía en un corro, ¡que buen día hace! En otro, pero en todos de vez en cuando sucedía un silencio, y en el rostro de cada persona una sonrisa iluminaba su cara. Era el recuerdo de ese instante.

El día fue pasando, la romería se acababa, el sol cansado se acercaba al borde del horizonte haciendo que las sombras se alargasen, fuimos recogiendo, la pradera se fue quedando vacía, el murmullo se fue apagando, nadie volvió a oír cantar a aquel ave perdida, a aquel ser etéreo, que nos hizo soñar con otra dimensión por unos instantes. La pradera se quedo con el cri-cri de los grillos, el susurro del cantarín arroyo, el roce de las hojas por el viento.

Siempre recordare esa romería de ese año, no por que alguno del pueblo hiciese una barbaridad como en anteriores años, no porque la tarta de la señora Justina estuviese mas rica que el año anterior. La recordare por que a partir de ese día, muchos fuimos los que subíamos al prado por intentar volver a escuchar, descubrir quien fue, que fue.

Mañana habrán pasado 10 años desde entonces y será la romería, tal vez este año vuelva. Nadie en el pueblo se pierde la romería, nadie comenta aquel suceso, pero todos esperamos que se repita. Os espero bajo el viejo álamo, donde estuvimos aquel año. Las lluvias de este año han dejado la pradera y el arroyo como antaño. Creo que este año volverá.

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