viernes, 20 de noviembre de 2009

Cuando yo era un crio

Cuando yo era un crío, recuerdo mirar admirado a todas las cosas, para mi todo era nuevo, me sorprendía, quería saber porque, como, cuando, con forme fui creciendo descubrí, pero no olvide ese sentimiento, en la adolescencia, me volvió a pasar, miraba admirado a las chicas, aquellas que hasta hacia muy poco eran como seres de otro planeta, a las que todos los amigos excluíamos de nuestros juegos. “las chicas con las chicas, los chicos con los chicos”, había hasta una canción, pero seria la química, las hormonas, o simplemente el recuerdo animal de la reproducción, lo que me hizo mirar con sorpresa y admiración aquello nuevo que me hacia volver la cabeza. Crecí, ( ya que el tiempo nunca se detiene, el tiempo es como la arena del desierto, cuando coges un puñado he intentas guardarlo en la mano se escurre y si aprietas la mano, aun se escurre más y se escapa antes)otra vez quedo el sentimiento de la sorpresa y la admiración atrás, lo sustituyo por un falso sentimiento o mejor sensación de autosuficiencia, entonces estaba en plena juventud, 21 años, el amo del mundo , el señor de los errores no reconocidos, orgulloso, sabedor de mi fuerza y mi poder, el macho alfa de la manada, pero que iluso, siempre hay un nuevo macho que vendrá a sustituirte. Fue un tiempo de deseos primarios. Tenia que tener el mejor coche, la mejor chica, siempre tener lo mejor. Hoy miro ese periodo como un tiempo de re-afirmación, pero en el que casi todos perdemos la inocencia de sorprendernos. Llegaron los felices treinta, la pareja, la ilusión de un futuro en común, vamos la felicidad que nos vende la publicidad. Todo superfluo, pero con sentimientos puros de nuevo, y volví a sentir la sorpresa y la admiración. La sorpresa llego el día del nacimiento de mis hijos. Aun recuerdo aquellos ojos oscuros en la madrugada mirando indefensos, o sorprendidos, aquella niña de poco más de tres kilos, que cabía en mi mano, que era algo de mí. Con mi segundo hijo fue igual, me sorprendió y me lleno de orgullo. Ahora desde entonces el sentimiento de Admiración no ha dejado de embargarme, cada vez que hablo con una mujer, cada vez que recuerdo el sacrificio que soportan, el desinterés que muestran hacia su persona, el estoicismo de soportarte aquel dolor desgarrador. Y la sonrisa, esa sonrisa al tener a su hijo en sus manos, sentir el latido en su vientre pero esta vez desde fuera. Os miro y veo que sois seres superiores, me siento humilde, por eso os admiro tanto. Entonces y solo entonces volví a recuperar el sentimiento que tenia cuando era un crío, volví a descubrir, a sorprenderme. Y no he dejado de hacerlo, no quiero hacerlo, lucho diariamente por seguir así, vivir la vida con ilusión creer en las cosas pequeñas. Hace poco fuiste tu la que me sorprendió y me admiro. Eres fuerte, aunque frágil; decidida aunque temerosa de decidirte; eres buena muy buena pero si tienes que defender lo que crees te defiendes como gato panza arriba. Te dije que no tenias alas aun, pero me equivoque, en tu corazón las tienes, son miles de mariposas que hacen que lata con ritmo de bolero, de jazz, de rock, todo junto creando una cacofonía que quien no sabe escucharla no distingue los cambios de ritmo. Yo estoy aprendiendo a escucharte.
Solo deseo que la luna, te recoja en su cuna, que Morfeo con su manta de estrellas arrope tu cuerpo desnudo, que la brisa limpie en tu sueño tus pesares, que la marea se lleve de tu lado la tristeza.
Solo quiero que sigas haciéndome sonreír cuando veo que estas, y que tu sonrías cuando veas que estoy.
No quiero que te sientas mal, ni por mí, ni por nadie, no vale la pena. Solo vale lo que te sorprende y te admira. Yo me siento orgulloso, admirado de compartir contigo un trocito de estrella, de sonrisa.
¿Qué eres para mí? Que pregunta tan difícil, no nos conocemos más que del impersonal Internet, pero creo en ti, creo que somos amigos, y te aseguro que yo tengo muchos conocidos pero pocos amigos. Siento algo muy especial cuando hablo contigo, es mas me siento especial hablando contigo.
Por todo ello solo puedo decirte; Animo, no permitas que nadie te haga daño, y si necesitas que curen tus heridas de las batallas, déjame ser tu bálsamo, tu hombro para llorar, la mano que te ayude a levantarte. Espero que anoche con tus gritos te limpiaras la hiel que te vertieron, espero que hoy el sol te acaricie la piel, esa piel canela que tanto me gusta.

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