Gran Vía, que calle, llena de gente peculiar, de turista, de carteles de cine de estreno, de tráfico, edificios grandes altos y limpios. Que gran decorado para la farsa que se esconde entre bambalinas, porque paralela esta la calle de la Luna, la Ballesta. Y estas si que son unas calles autenticas, donde se ve el Madrid que nadie enseña. El Madrid atemporal, que cambia de colores, pero con los mismos personajes.
Hoy mi paseo me ha llevado a la Calle de la Luna. Curioso nombre para una calle donde el día es noche y la noche día, curiosa calle donde al lado de una comisaria, se vende cuerpos de mujeres, de hombres, se trafica con droga. Calle de la Luna, cuanto romance bajo los rayos del satélite, y que coincidencia cuantos amores de treinta minutos, donde todo esta en venta. Pero esto es mi Madrid, antes calles donde vivían los rentistas, ahora calles políglotas, multirraciales, poli culturales.
Siguen encontrándose en ellas las tiendas de comestibles de hace 30 años, pero ahora en vez de tener las sardianas arenques, venden fideos chinos, yuca, Inca-cola.
Y es que Madrid es una ciudad grande viva y que sabe adaptarse, es como todas las grandes ciudades un conjunto de pueblos, que decidieron crecer.
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