lunes, 25 de enero de 2010

Gris ceniza

Las cenizas estaban aun caliente cuando me desperté, aun quedaban unas ascuas rojas en el fuego del hogar, la habitación en penumbra aun perdía su calor rápidamente, un temblor en todo mi cuerpo me anunciaba que ese día empezaba frio. Coloque sobre las brasas aun rojas unos trozos de corteza y hojarasca, encima unas ramas y unos troncos, cogí el fuelle que con su boquilla negra, su madera oscura y su cuero mil veces reparado, me serviría para hacer que las brasa hiciesen que se encendiese el fuego.

Pasaron varios minutos de jugara con el aire, las chispas , el humo y parecía que el fuego no daría luz ni calor esa mañana, pero la paciencia y la tranquilidad siempre dan su fruto, un humo blanco y denso empezó a formarse y acto seguido una llama azul hizo que todo el conjunto de ramas se convirtieran en una hoguera de vivas llamas rojas y amarillas, que el calor inundase mi cuerpo, que la luz ambarina diese formas a los trastos de la cocina, formas y sombras que bailaban con el continuo crepitar de las madera.

Coloque un viejo cazo de porcelana sobre unas ascuas, y en el vertí algo de leche, que aquella noche me había sobrado. Al poco rato vi como de la superficie lisa y blanca emergían unos hilos de humo, de vapor, de calor. Retirando del fuego la leche, me la sirvo en un vaso de cristal desgastado, rayado por tanto uso, la leche lo llena lo pinta de su color. Le añado azúcar y un poco de pan duro (era lo que me preparaba mi abuela para desayunar de pequeño) despacio, muy despacio, soplando cada cucharada acabo con mi frugal desayuno.

Me acerco a la ventana que ahora esta empañada por el vaho que desprende el interior de mi casa, con mi puño limpio el cristal, miro y veo un día apenas nacido, pero donde el suelo esta húmedo, brillante. El cielo da señas de que en breve volverá a dejar caer lluvia, que su color gris no es por lo temprano del día, el porque hoy las nubes han ganado la partida al astro rey.

¡Que pereza! Hoy no desearía salir de casa, preferiría estar sentado ante el hogar, añadiendo ramas, viendo como se consume el tiempo con el fuego, como los troncos se vuelven ceniza, como el gris del suelo de la chimenea hace juego con el gris de las nubes. Como las volutas de humo que por el viento de fuera revocan de la vieja chimenea, se dispersan ascendiendo hacia un techo tan gris y gastado como el resto de la casa que antaño tenia sus paredes blancas.

¡Que agonía! Hoy no quiero ir a trabajar, no quiero pasear por el camino habitual, por la ruta que diariamente como aun sonámbulo me dirige a mis obligaciones. Hoy quiero volar, quiero convertirme en centella, quiero ser una chispa efímera que la combustión de un tronco haga saltar de la chimenea.

Hoy es un día tan sumamente gris, frio, monótono que solo quiero que pase, pero quiero que pase lentamente, quiero hipnotizarme con las llamas. Quiero perder mi m irada en su interior para poder volar a paraísos desconocido, sentir el calor en mi rostro, para sentir el sol raptado por el invierno, oler el humo para imaginar que huelo mil flores de primavera, mil frutas de otoño, hoy es un día donde el gris ceniza es la tónica de mi animo. No es malo sentir un día gris ceniza, lo malo es no saber como hacer que el siguiente día no sea la continuación de ese día.

Pero mañana seguro que el sol, o la nieve o la niebla harán que decida dar otro color a ese día, mientras hoy el color ya esta asignado, y aunque yo quisiera no tener que salir de mi madriguera, al final dejo que la lluvia lave mi cara, me despeje, me lleve a donde tenia que ir. El tiempo continúa, otro día será mi día gris, hoy será en blanco y negro. Hoy no será día de cenizas.

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