lunes, 11 de enero de 2010

Las olas de piedra

Esta mañana ha sido la continuación de una noche de tonos rosados, la nieve ha teñido la negrura de la noche con una claridad espectral, su luminosidad hacia que pareciese un atardecer de muchas horas, me recordaba un viaje que hice a Suecia en invierno, noche eterna durante dos meses, y atardecer durante cuatro mas. La nieve siempre es una sorpresa por mucho que la veas, que la sufras, que la añores. Solo la vista del mar hace que siempre sonría, solo es comparable porque como el mar la nieve hace que los horizontes se alarguen, que las aristas desaparezcan, y se conviertan en olas, olas inmóviles, petrificadas, paralizadas en el tiempo.

El tiempo se ralentiza viendo caer los copos de nieve, toma el ritmo suave, sin orden, los minutos aunque siguen durando 60 segundo, parecen mucho más largos, hasta el ser mas estresado, suele pararse a mirar como un copo cae y se confunde con sus congéneres.

He visto directores generales, serios y muy encorsetados, perder los papeles tirando una bola de nieve. Curioso espejismo el de la nieve, parece como el algodón. Suave, cálido, pero en realidad es todo lo contrario. Todos buscamos un trozo de nieve sin pisar, para ser los primeros. Soñamos con ser etéreos, con andar por las nubes, y andar por la nieve virgen es lo mas parecido a volar que llegaremos nunca.

Bueno ahora que la luz del día muestra el paisaje que la oscuridad confundía, ahora no es tan blanco, por las aceras la nieve ya no es blanca, es negra y gris, las olas se convierten en objetos parcialmente tapados, el silencio amortiguado por los copos, desaparece para llenarse de sonidos. Sonidos de la vida que despierta, además es un sonido ampliado por el hielo, por la nieve que cae de los tejados, de los arboles.

La vida sigue, con mas frío eso si, pero sigue, la nieve tan bonita desde tu ventana, ahora cuando andas hacia el trabajo te resulta molesta, peligrosa. Hace que todo sea más complicado, la ciudad llega a ser una trampa mortal. Una ratonera donde todos estamos atrapados, esperando que el sol nos caliente, nos limpie, nos deje ver lo que la nieve oculta.

Mañana cuando haya desaparecido por completo o queden algunas manchas en los tejados, añoraremos la nieve, sin acordarnos del frío, fantasearemos con el recuerdo de las olas petrificadas del paisaje sin horizonte.
Mañana cuando el sol nos caliente, imaginaremos mirando la cúpula azul que los copos fríos rozan nuestra cara, pero hoy miramos el cielo plomizo, el suelo sucio y deseamos el sol.

No sabemos que queremos, no sabemos donde estamos. En fin somos seres caprichosos, lo queremos todo y nada, es lo que se llama libre albedrío. Somos seres humanos, ¿somos seres inteligentes?

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