miércoles, 27 de enero de 2010

Mi barrio

Cuando llevas mucho tiempo sin pasar por un sitio, sin ver a alguien, sin hacer algo, suele pasarte que lo recuerdas todo de otra manera, que lo ves mas pequeño o mas grande, que te resulta mas difícil o mas complicado, o mas fácil hacer aquella labor.

Esta semana pase por mi antiguo barrio, el barrio donde crecí. Los sentimientos encontrados se han mezclado en mi mente y mi corazón, los rincones conocidos han aparecido en mi mente como fantasmas, los recuerdos de lo que ya no estaba se superponían a las nuevas estructuras, los sonidos que he escuchado no corresponden a los que llenan mis oídos cuando pienso en aquella maravillosa niñez. No fue maravillosa porque tuviésemos muchas cosas, mucho dinero. Lo fue porque en la sencillez, en la humildad de mi hogar, de mi barrio, de mi niñez; éramos felices con poco.

El descampado donde jugábamos cuando el suelo se anegaba por la lluvia, cogíamos ranas, jugábamos al futbol. Es una urbanización. La montaña de arcilla que era para nosotros el monte más grande del mundo, era donde subíamos a mirar el horizonte lejano y misterioso, desapareció hace tiempo y ha sido sustituida por una calle de asfalto. Los hornos de ladrillos de la cerámica, que era la fortaleza, nuestro castillo, nuestro refugio donde urdíamos nuestras fantásticas aventuras. Ahora es otro edificio de 14 plantas, con los bajos llenos de bancos bueno eso coincide mas con la función del viejo horno de ladrillos (también jugábamos a ladrones y Alibaba y los 40 ladrones).

La tienda de comestibles que había cerca de casa, aquel colmado donde convivían los lomos de bacalao saldado, con la rueda se sardinas arenques secas, las latas de conservas, la leche condensada, el chocolate y muchos mas productos no perecederos. Vamos los Ultramarinos de toda la vida. Ahora es un Supermercado de una de las muchas franquicias que llenan nuestras ciudades. Que realmente tienen de casi todo igual que antes, pero les falta el tendero que a todos conocía, que a todos saludaba, que cuando alguna familia pasaba necesidades le apuntaba en la cuenta lo que se llevaba para comer.

La bodega, aquella bodega donde veías el trasiego de garrafas de cristales verdes y protegidos por un forro de esparto, o más delante de plástico gris. Donde los domingos ibas con tus padres para que ellos e tomaran un chato de vino y tu una MIRINDA. Con sus tinajas, su grifo de cerveza dorado, el mostrador de mármol, donde los niños no llegábamos, pero donde soñábamos poder llegar. El suelo lleno de servilleta, palillos, cascaras y chapas. Las chapas un invento indispensable para mi generación, cuantas horas de diversión nos han dado. Ahora es una cafetería donde ya no ves cascaras de mejillones por el suelo, donde te sirven croissant en vez de sobaos, donde no hay tinajas de vino, pero si hamburguesas.

La lechería, no esta, la botica ahora es un herbolario, el zapatero remendón ahora una oficina de un banco. Bueno el barrio tiene las mismas calles, los mismos edificios, pero ya no tiene aquel regusto a pueblo, a hermandad.

Ahora me doy cuenta que la vida de antes tan sencilla, con tantas metas, con tantos sueños, ya ha a quedado atrás, los sueños son bonitos mientras son sueños, las metas son deseadas mientras luchas por llegar, lo sencillo lo complicamos porque confundimos sencillez con simpleza, con penurias, con necesidades. La vida que se queda atrás no es la peor vida, pero la que tenemos delante puede ser mejor, podemos mirar y aprender, ¿donde nos equivocamos cuando hemos llegado a esta vida de hoy? Creo que puede ser el afán de progresar sin mirar que el tener más cosas no da la felicidad, es mas hace que entres en una espiral de infelicidad que te hace querer siempre más. De ser más que tu vecino. ¿Que chaval juega ya con chapas? ¿Con canicas? ¿Con barcos de papel de periódico? Quien de nosotros ahora no sueña con tener mejor coche, mejor casa, la tele más grande.

Bueno el resultado es que el barrio estaba mejor, mas limpio, mas cuidado, pero menos mi barrio. No me gusta este presente, espero que mi vida sirva para hacer que el futuro sea algo mejor. Espero que mis nietos jueguen de nuevo en la calle, disfruten de lo que yo tuve en mi niñez, tengan un barrio como el mío.

Hoy me he perdido en mi pasado, mis recuerdos y nostalgia han vencido a mis sueños y mis proyectos, no es malo recordar, pero mañana seguiré hacia el horizonte.
De Los paseos de Pericus

2 comentarios:

  1. que razon tienes pasar por donde te has criado
    es muy duro y mas duro es cuando ya no tienes lo mas preciado que son tus padres y te recuerdan todas las cosas de tu juventud todo te pasa pr la mente en un instante y son momentos muy felices aunque te luego te traigan tristeza y añoranza sigue asi un saludo y felicidades

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  2. Gracias por tus ánimos, lo triste es que creemos que hemos cambiado para mejor cuando solo hemos cambiado. La historia juzga , nosotros somos solo peones del momento.

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