viernes, 4 de diciembre de 2009

Siempre estamos a tiempo

No me gustan las excusas, creo que son el preludio de una mentira. No todas las excusas son mentira por supuesto, ni quiero insinuarlo siquiera. Pero prefiero dar una razón a una excusa.
No creo en las verdades absolutas, creo que son mentiras adornadas para confundirme. Todas ellas suelen ser axiomas incontestables, atados férreamente aun pozo oxidado de tradiciones pero sin objetividad, sin dejar expresar el otro punto de vista. La otra verdad.
No entiendo el concepto de cielo e infierno, es muy posible que existan, pero no después de pasar una vida con momentos de gloria. Con décadas de angustia. Con miedo a mañana. Con segundos eternos de un cielo en la tierra.
No pretendo ser el guía de nadie, porque me gusta perderme. Ser el guía siempre ha llevado a pueblos enteros al precipicio, al desastre, a la resignación
No consiento que se maltrate un sueño, todos son realizables, todos son respetables, y cuando lo maltratas; a un sueño lo convierten en pesadilla.
No espero que el mundo se arregle solo, cuando lo hemos rotos nosotros, porque somos tan sumamente irresponsables que pensamos que han sido otros y miramos a otro lado.
No quiero ser indolente, inconsciente, insensible, inhumano, ante situaciones que creo que puedo solucionar, simplemente con una palabra, una mano, un trozo de pan, con una lágrima.
Por eso pienso, que siempre hay tiempo para solucionar estos problemas, estas preocupaciones.
Por eso entiendo, que para cada pregunta hay una respuesta, que es más fácil aunque mucho mas duro, proponer una solución que sumarse a un problema.
Por eso empecé este camino, para ver más puntos de vista, más paisajes, en resumidas cuentas para aprender de todos los viajeros, para ser más sabio, para poder limpiar mi camino de piedras, de ramas. Y mi conciencia de olvidos, de herrores.
Por eso sé, que aunque una sola voz se levante, siempre hay un oído que la escucha, que no es necesario gritar, que se entiende mejor una palabra sensata y trnquila que un grito, que siempre oímos un quejido y un susurro, por muy quedo que sea, pero nos tapamos las orejas para alejarnos de ellos.
Las espinas nos hacen sentir que estamos vivos, duele al clavarse o cuando te arañan, pero cuando notamos la herida, vemos que sangramos, nos curamos. Sabemos a ciencia cierta que estamos vivos.
Que nuestro dolor ayude a que otros no sufran.
Siempre estamos a tiempo para pedir perdón o para corregir lo que hemos hecho mal o que no hemos hecho.
Siempre estamos a tiempo no hay excusas.

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