miércoles, 16 de diciembre de 2009

Una ciudad, cien países (final)

Con paso firme, nos encaminamos hacia los palacios de exposición, esperando encontrar la panacea de las modernidades, los inventos mas asombros, la tecnología de vanguardia por la que es conocida América. Pero el mundo es cada vez mas pequeño, (no en tamaño, en tiempo, en cercanía de conocimientos) lo que vi ya lo había visto, eso si el lugar de exposición estaba como todo en ese país sobre dimensionado, y el nombre de los recintos feriales, en vez de dedicado aun científico, medico, héroe, estaba dedicado aun Mafioso. La cultura americana que hace un héroe a un delincuente y un villano a un habitante primigenio de esas tierras.

En menos de 4 horas vimos lo que teníamos que ver de negocios, luego quedarían cenas y comidas, pero eso es aburrido y no ha lugar, el comercio siempre es igual en todos los rincones del mundo. Los que venden tienen el mejor producto, los que compran lo quieren lo mas barato del mundo. Después de arduas negociaciones regadas con vino del Valle de Napa, después de estrechar manos y desearnos parabienes para el futuro. Cada uno por su lado. Por fin podría ve lo que deseaba ver, conocer esta ciudad que enamora a sus visitantes.
Lo primero que hicimos cuando terminamos, fue visitar el centro de la ciudad. El centro no es como en Europa, donde se encuentran los edificios más antiguos. Aquí el centro es el centro comercial, grandes almacenes, centro financiero, pero con una diferencia todo nuevo, porque esta ciudad se ha reconstruido a lo largo de su corta historia 4 veces, unas veces por culpa del fuego. Pero de sus cenizas siempre ha resurgido como el ave fénix. Otras por la combinación de los terremotos y el fuego, el ultimo no hace ni treinta años.

La tónica del centro es la misma que la del país. Grande todo grande, allí todo es” Big”. La gente cuando para a comer ocupa los parques, con su “big-hamburguesa”, su “big-café”, su “big-ensalada”. Hasta los horarios son extraños, tiendas que abren 24 horas, gimnasios 24 horas, pero restaurantes y cafeterías que cierran a las 8 de la tarde, excepto día de partido o fin de semana.
Allí se mezclan las limusinas y los rolex, con los veteranos del Vietnam, en sillas de ruedas y rebuscando en las papeleras algo que comer o fumar.
Es un país de oportunidades, tienes la oportunidad de quedarte o de irte, tú eliges. El caso es que esta ciudad tiene algo que la hace diferente, su origen hispano, la hace mas cercana, mas nuestra. Pero lo sorprendente de esta ciudad es su división por nacionalidades, aquí se han agrupado en guetos cada partida de emigrantes que ha ido llegando. Lo que me confirma que es el país de las libertades, o te quedas o te vas tu eliges libremente. Si eres chicano, no te permiten asentarte en Chinatown (ciudad china), tampoco puedes en Little Italia (pequeña Italia), menos aun en russian coast (costa rusa), hasta se ha creado un país según su orientación sexual, la nación gay del barrio de Castro.
Lo que me confirma que es el país de la igualdad, igual da que te quedes, que te marches.

Bueno creo que ya sabréis de la ciudad que hablo, San Francisco.
La ciudad del puente de oro (Golden Gate) que esta pintado de rojo, bueno que están pintándolo, pues están durante todo el año pintando, y cuando terminan de un lado empiezan por el otro.

La ciudad de las cuestas, y que cuestas, hay una calle con menos de 100 metros de largo y 9 curvas para bajar de un nivel a otro.

Si se te cae una moneda cuesta abajo mejor que la des por perdida, termina en la bahía.

La ciudad del tranvía. Tranvía diseñado y construido por un español. Tranvía que llena de campanadas las calle los cruces, tranvía mil veces visto en el cine y en la televisión, pero que visto en realidad impresión a mas que en la pantalla. Curioso medio de transporte en el siglo XXI, con dos conductores para poder controlarlo, uno en los frenos y otro en el cable. Sin puertas, donde puedes montar todas las veces que quieras si pagas un ticket (aquí no regalan nada), más lento que otros medios de trasporte, pero más usado que los otros.

La ciudad te embruja, te anima a pasear, esta llena de contrastes, más de cien barrios, más de cien nacionalidades, más de cien países en una ciudad.
Puede que no vuelva nunca a esta ciudad, pero creo que siempre soñare con volver. Con perderme por las callejas del barrio chino, con oír desde fuera de las trattorias , a los italianos cantando o discutiendo que muy bien no sabes que hacen, ver a las japonesas con quimono por el barrio japonés, a los rusos, sentados a la puerta de su café con rotulo en cirílico. Pasear por el barrio chicano, escuchando tu idioma con mil matices, visitar la bahía y ver los leones marinos tomando el sol en el muelle 11, comer cangrejos reales en el moll.
¡¡Ah!! las maletas me llegaron al siguiente día, pero cuando volvía a España, me las perdieron de nuevo, pero eso es otra historia.
La verdad California bien merece una odisea, San Francisco unas vacaciones. Hay mucho que ver sin salir de la ciudad, no monumentos, que tiene pocos y raros. Hay que ver la gente de esa ciudad ellos son los monumentos que adornan un país sin cultura, y sin historia, ellos son la historia viva, al .oeste del oeste.
Bueno no alargo este relato. El resto esta en fotografías, en olores, sabores, momentos que hay que vividlos, que no se pueden describir con palabras, pues por mucho que lo intentes nunca será lo que recuerdes en tu interior.

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